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Cuando el Cielo Lloró por Ti.

 Cuando el Cielo Lloró por Ti. 


Hoy el cielo te rindió homenaje. Lo hizo para ti, para las plantas, para los pájaros y animales, para el concreto caliente del suelo, para la tierra seca donde yaces ahora. La casa tiene un color gris; no hay sol, pero la luz reflejada por las nubes hizo que la sala hoy se viera más triste de lo habitual. No habita nadie, solo el polvo que poco a poco carcome los marcos y mi corazón. El mosquitero verde, al igual que yo, se ha ido agujereando, y esos agujeros se harán más y más grandes con el tiempo.

El golpeteo de las gotas de agua se escucha en las láminas que reposan sobre la antigua galera; me resulta reconfortante. El tintineo me arrulla, y antes de quedarme dormido, en ese momento exacto en que me encuentro suspendido entre estar despierto y dormido, ruego no soñar contigo, porque cuando despierte y me dé cuenta de cuál es mi realidad, no podré soportar lo vacía y dolorosa que es la vida sin ti.

Hoy el cielo te rindió homenaje. Las nubes se reunieron para observar; algunas bajaron a ver más de cerca, y al notar lo que había pasado, comenzaron a llorar. Lloraron y mojaron a todos a su alrededor.

Humidificaron mis párpados y mi piel; fue una especie de abrazo frío que recorrió todo mi ser.

La lluvia trae vida, y sé cuánto viviste. Ahora sé que andas recorriendo el mundo a diestra y siniestra, porque algunas personas, que no conozco pero que tú sí, nos lo han contado. A veces vuelves a casa, pero cuando todos dormimos; tal vez lo haces para no alarmarnos, para arrullarnos y apapacharnos de nuevo. Me pregunto qué dirías al ver lo poco que hemos progresado, qué pensarás ahora que no seguimos las reglas que pusiste en casa. ¿Estarás orgullosa de lo que he logrado? ¿De ser un necio que siguió su corazón y sus sueños? ¿Qué pensarás de que aún no encuentro mi lugar en el mundo? ¿Verías las películas y documentales extraños que disfruto? Si estuvieras aquí, ¿todavía me spoilearías el programa del domingo que veíamos por separado, y luego al día siguiente discutíamos tomando café sobre su desenlace? Si estuvieras aquí, ¿seguirías deprimida?

No me gusta pensar demasiado en todo esto, pero a veces esos pensamientos intrusivos llegan a mi cabeza. Cuando cae la noche y los grillos comienzan su melodía de medianoche; cuando el viento sopla y la cortina del cuarto dibuja sombras a causa del vecino que nunca apaga su foco; cuando bajo al cuarto donde me quedaba para sentirme más cerca de ti; cuando veo el afiche religioso que tienes en aquella puerta de madera; cuando noto el vacío en la mesa.

Hoy el cielo te rindió homenaje, y lo hizo para no hacernos sentir solos.

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